Un año más el Jesús que tanto amamos nos dio la oportunidad de participar en la Cuaresma y Semana Santa más bella del mundo. Nos dio ese regalo bendito de haber nacido en esta tierra que a pesar de los problemas aún conserva sus tradiciones y las engrandece.
Hermanos y hermanas hemos vivido de nuevo estas tradiciones tan bellas, hemos acompañado a Jesús y a su madre santísima durante la conmemoraciones litúrgicas, desde la pasión hasta su gloriosa resurrección. Pero sobretodo hemos sentido la presencia de Cristo Vivo en todas aquellas personas que de una u otra forma hacen nuestra Semana Santa especial, no puedo dejar de sentir un agradecimiento especial a mi padre que en sus 50 años de llevar en hombros a Cristo Rey sigue siendo un ejemplo de vida y de amor, a mis amigos cucuruchos y devotas quienes con su presencia y amor llenan mi Semana Santa, a los organizadores de distintas hermandades y asociaciones que con su esfuerzo y trabajo llevan bellamente las imágenes de Cristo y de nuestra Santísima madre a las calles, a los cucuruchos que devotamente las llevan en hombros, a las familias y comunidades que se esmeran en las alfombras, a las personas que año con año abarrotan las calles y avenidas para recibir la bendición de Dios, a los medios de comunicación que trasportan a los creyentes que no pueden estar físicamente y no es que deje de último a Cristo sino que Cristo esta en todos aquellos que mencione y por eso él en su infinito amor y misericordia nos da esta tradición tan bella para que todos aprendamos, vivamos la fe y prediquemos su ejemplo.