viernes, 11 de abril de 2014

Mi primer turno

Cuando tenía cinco años cargué por primera vez. Tiempo atrás había acudido de la mano de mi padre a las diferentes procesiones de pasión que cada  año bendicen las calles de la ciudad de Guatemala.
La emoción, el nerviosismo eran indescriptibles, era mi primera vez en  aquella práctica heredada, esa misma que se sería parte de mi vida en las semanas santas subsiguientes.  

Mi madre, que en paz descanse, veía a sus hijos cucuruchos con ojos de orgullo y morado enamoramiento. Fue en la procesión de Jesús de la Demanda, del templo de  la Merced en la que tuve mi primera e inolvidable experiencia. Veinticinco  años me separan de aquel momento, de aquel turno cinco, fila izquierda, de aquel agotamiento, de ese pequeño instante de inocencia y oración que me marcaría para toda mi vida. 

Hoy soy un cucurucho adulto bendecido al que Dios le ha dado un maravilloso regalo de Cuaresma. Ese obsequio divino se  llama Isabela y con tan solo un mes de existencia ha puesto mi vida de cabeza y me ha logrado enamorar con cada balbuceo, con cada llanto, con cada desvelada. Amo a mi hija, más que a mi propia humanidad y espero tener la bendición de llevarla de la mano a su primera procesión. Mi etapa de cucurucho es una muy sublime, es la de formador de las nuevas generaciones que le continuarán dando vida a la Semana Santa más hermosa del mundo. 

Pie de foto: Un niño cucurucho que es llevado por su padre a un cortejo procesional. 

jueves, 3 de abril de 2014

A las puertas de un quinto Domingo de Cuaresma más

Eran los años finales de la década de los 80s del siglo pasado, la procesión infantil de Candelaria aun salía domingo y al terminar de esa jornada tan esperada, mis deseos de niño eran salir corriendo a ver al Señor de la Caída con mis papas y mis hermanos.
Jesús nazareno de la Caída de San Bartolome de Becerra nos cautivo desde niños y su procesión era sin duda una de las más esperadas. Hoy muchos años después puedo participar activamente como cucurucho en las actividades de tan esperado fin de semana, comenzando el viernes con la velación y el sábado con todo ese ambiente previo a uno de los domingos más esperados del año. Hoy que estamos tan cerca de este fin de semana empieza una mezcla de emociones que solo los cucuruchos comprendemos. La ansiedad de estar de nuevo caminando junto tan bello nazareno. el recuerdo de mi madre ahora físicamente ausente pero siempre en mi corazón, el deseo de que pronto mi hermana lo viva con nosotros nuevamente pero sobretodo el amor con el que lo comparto con todas esas personas que me han acompañado y que de nuevo me harán el honor de de su compañía. Esto es  el gran amor de Cristo, que nos permite amar nuestras tradiciones y amar a la gente con las que las compartimos y eso como el mismo lo dijo " En esto conocerán todos que sois discípulos
míos: si os tenéis
amor los unos a los otros» (Jn 13,31-35).