La semana santa 2020 fue notoriamente diferente para nuestra
generación, la pandemia del COVID-19 obligó a los cucuruchos guatemaltecos a
quedarse guardados, algo impensable en la mente de los devotos. Viena a mi
memoria una frase que tantas veces escuche decir a Monseñor Marco Aurelio
González Iriarte, quien por más de 25 años fue rector de la Parroquia de
Candelaria, principalmente las tardes del miércoles santo, cuando era
entrevistado en el noticiero de medio día y que me hace recordar esos almuerzos
en la casa mis abuelos a inmediaciones del parque Jocotenango: “No puede haber
jueves santo sin Jesús de Candelaria”.
Pero, ¿qué tal si una pandemia que a principio de año parecía
tan lejana culmina con algo impensable?, algo que nunca había pasado en
nuestras mentes ni en nuestros corazones…
¿Esté miércoles santo 2020 era tan diferente a aquel frente a
la pequeña televisión en la casa de mis abuelos, ahora lejos del centro
histórico hacían eco las palabras del padre Maco, y si por fin hay un Jueves
Santo sin Jesús de Candelaria? sin aquella imagen del nazareno que me ha
acompañado desde la infancia, la imagen que es capaz de conmover tanto a mi
padre, que acompaño a mi mamá hasta sus últimos días.
El nazareno de Asturias no iba a salir al otro día y en mi
cabeza no quería que las palabras que escuche desde niño no se cumplieran,
quería que todo fuera una pesadilla y que mi túnica, mi paletina blanca y mi
casco salieran como cada Jueves Santo a acompañar al nazareno de la tez morena.
Sin embargo, aunque en mi corazón no quisiera aceptarlo, con responsabilidad,
como la de muchos ante la crisis, sabía que aunque pareciese incierto, iba haber
un Jueves Santo sin Jesús de Candelaria; como todos los miércoles santos me fue
difícil conciliar el sueño, esa noche para los miles de devotos de Cristo Rey
no se duerme, acaso se descansa, pero ahora, no había un alarma que me recordara
mi cita de cada año al templo, muy de madrugada, para presenciar el imponente
acto de ver levantar el anda.
Me levante ese Jueves Santo con ese pensamiento, con las
palabras de Monseñor, pero cada mensaje que llegaba a las redes sociales, cada
palabra, cada pequeño homenaje a Cristo Rey que alcanzaba a ver desde mi casa,
y el ánimo me iba cambiando.
Este año si salió Jesús de Candelaria, a lo mejor y llego más
lejos que cualquier otro Jueves Santo. Llego a través del cucurucho que solo
dejaba ver sus ojos llorosos cubierto con una mascarilla a las afueras del
templo, a través de los versos de sus devotos en los muros del Facebook, de las
palabras de aliento que nos dábamos los cucuruchos a los lejos, por los
recuerdos , por mi túnica colgada en la sala, por las túnicas que se quedaron
guardadas y por las que se usaron aún solo para estar en casa, gracias a todos
ellos, las palabras que tantas veces escuche decir al padre Maco se cumplieron,
no puede haber Jueves Santo sin Jesús de Candelaria, porque Cristo Rey estuvo
en cada casa, en cada palabra, en cada recuerdo, en cada corazón, no sabemos si
el próximo año la procesión saldrá a las calles, pero la luna de Nissan saldrá
y en los devotos siempre habrá un Jueves Santo con Jesús de Candelaria.