Autor: Roberto Recopachi.
Texto Proporcionado por: Hector Dominguez
Bueno… aquí estoy nuevamente, como todos los años, sin faltarle a mi Jesús. Por más que lo evito, no dejo de pensar, ¿será que pesa? ¿En que brazo me tocara? ¿Que marcha me tocara? Como si no hubiera visto el programa de marchas mas de mil veces, como si no cargara el mismo turno todos los años… como si eso fuera importante.
Un aroma agradable invade el ambiente, es como el aroma de un jardín recién bañado en las mañanas que se mezcla con el glorioso aroma del tradicional corozo, pues claro, inclino la mirada y veo una alfombra, una bellísima alfombra hecha de flores, aserrín y pino, sin faltar los hermosos decorados. Esta familia se debió haber esmerado bastante, incluso muchas horas de trabajo, solo para que en segundos, esta misma quede para la historia… como si eso fuera importante.
De repente una nube blanca recorre el aire, ya casi sereno de la madrugada, un aroma que anuncia la llegada del redentor. Increíble! Y casi adormitado, como si estuviera muerto en vida, siento la mano de alguien que toca el hombro diciendo la frase “brazo 33; 35 va libre por favor” bueno, no me toco en medio, pero por lo menos tengo mas espacio, aunque se que el hermano va a venir tarde o hay algún aspirante codiciando ese brazo rogándole a Dios que lo ubiquen en él, aunque a mi no me parece la idea… Como si eso fuera importante.
Luego de la reverencia, me levanto y observo como la parte delantera del mueble empieza a pasar frente a mí, levanto mi cabeza esperando observar la imagen desde el lugar donde estoy, y con un pequeño esfuerzo de levantarme con la punta de los pies me permite cumplir mi cometido.
Ya las andas estaban descansando sobre sus orquillas, de estar pensando en muchas cosas olvide por un momento que numero de almohadilla me habían asignado, cuando de pronto alguien dijo con voz agotada “¡33!” Claro, esa era la mía, desesperado empecé a caminar a donde estaba la almohadilla y le agradecí al joven por esperar.
Ansioso por levantar las andas, oigo el sonar del timbre, las pocas fuerzas que me quedan sirven para levantar el mueble junto con mis demás hermanos, y al sentir en mis hombros el dulce peso de las andas, recordando que en aquellos tiempos Jesús cargo una cruz salvando nuestros pecados. Todos empezamos a dar el paso tradicional, ese paso de vaivén que caracteriza las procesiones Guatemaltecas, y que a veces da la sensación que la imagen esta caminando. Luego mi mirada se dirige hacia la acera donde las pocas personas admiran el último paso de Jesús Muerto, pero en especial, personas ya grandes de edad, derraman lágrimas al hacer sus oraciones, y eso me dio la pauta para empezar a hacer mis plegarias también…y al concluir mi oración, siento que el mueble se torna mas pesado, siento que mis fuerzas se han acabado, muy dentro de mi hay algo que me dice “ya no mas” pero sigo con fuerzas sacadas de la nada, pero el peso es lo de menos… Como si eso fuera importante.
Y al final de la cuadra, aun con las andas sobre mis hombros, veo como el próximo turno esta listo para despedirse también, se inclinan y dan gracias, eso me hace pensar que son los últimos instantes íntimos con Jesús, ya estoy cerca, veo claramente como aquí termina un largo tiempo de espera para llevarte sobre mis hombre e inicia otro mas, puede ser largo, puede ser corto… Como si eso fuera importante.
Suena el timbre y contra mi voluntad dejo la almohadilla que me toco, entrego al siguiente hermano mi orquilla y procedo a retirarme, solo siento que el sereno me anuncia que ya estamos en Sábado de Gloria, vuelvo a ver a Jesús y le doy gracias por haberme dejado llevarlo en mis hombros, me subo a la acera y observo como lentamente, Jesús se aleja de mi presencia… Como si eso fuera importante, lo llevo siempre en el corazón.
Cuerpo y Fuerzas me dicen “ya no mas” corazón y alma me dicen “sigue, aun puedes dar mas” esa mezcla de sentimientos que me empiezan a confundir, cuando por mi cuenta empiezo a caminar tras del señor, hasta que admiro que las monumentales columnas del templo hacen gala para la bendición final. Rodilla al suelo nuevamente, mi Jesús me bendice por ultima vez y me digo “SEÑOR SOLO TU SABES SI ME TENDRAS CON VIDA PARA EL AÑO PROXIMO, PERO HOY HE CUMPLIDO NUEVAMENTE, GRACIAS” hasta que en ese momento el cansancio se desaparece, las lagrimas empiezan a rodar en mi rostro al ver a Jesús acompañado de sus devotos en su ultima morada, me niego a creer que ha terminado, a lo lejos logro escuchar la marcha fúnebre, mi corazón se llena de tristeza, con la voz un poco alta finalmente elevo esta frase al cielo “INFINITAS GRACIAS DIOS Y REDENTOR MIO” y eso si es importante.
1 comentario:
realmente tener la vida un año màs y saber lo grande que es ese regalo de Dios es muy importante
Publicar un comentario